viernes, 23 de noviembre de 2018

Cómo ser un Caballero

Algunas personas dicen que creer en caballeros es como creer en cuentos de hadas pero yo no pienso eso. Algunos hay. Tal vez no los veamos mucho porque gran parte de nuestra atención hoy se centra en lo negativo. Estamos bombardeados con titulares nefastos. La rudeza y la falta de respeto atraen la atención y nuestro paladín pasa desapercibido ahogado por todo ese ruido, entonces podemos llegar a pensar que el escurridizo adalid es en efecto, cosa del ayer.
En todo caso creí sería conveniente recurrir al Libro de Etiqueta y Manual de Cortesía para Caballeros, de Cecil B. Hartley, para refrescar algunas reglas básicas:

1. Un caballero sabe cómo tratar a una dama
Para decirlo simple y brevemente, "Cortesía: comportamiento que muestra respeto por otras personas.".

2. Un caballero cultiva el tacto
"¿Qué tan importante es el tacto? En la sociedad educada, es invaluable. El talento es algo, pero el tacto lo es todo. El talento es serio, sobrio, grave y respetable; el tacto es todo eso y más también. Es el ojo abierto, el oído rápido, el gusto crítico y el toque alegre; es el intérprete de todos los enigmas, el que supera todas las dificultades, el que elimina todos los obstáculos. Es útil en todos los lugares, y en todo momento; es útil en la soledad, porque muestra a un hombre su camino hacia el mundo; es útil en la sociedad, porque le muestra su camino a través del mundo. El talento sabe qué hacer, el tacto sabe cómo hacerlo; el talento hace a un hombre respetable; el tacto lo hará respetado.".

3. Un caballero evita la crítica innecesaria
"Un verdadero caballero no sólo se abstendrá de ridiculizar las locuras, la ignorancia o los defectos de los demás, sino que ni siquiera se permitirá sonreir. Tratará al payaso con la misma cortesía que brindaría a la persona más refinada, y nunca por palabra, aspecto o gesto demostrará que se da cuenta de las faltas o vulgaridad del otro.".
Todos conocemos a personas que pisotean las opiniones de los demás. El Libro de Etiqueta lo califica como un tipo de tiranía.

Hasta aquí los conceptos primordiales sobre comportamiento social moderno, pero en un principio la figura del Caballero, era la del guerrero que luchaba a caballo. 
Estos jóvenes procedían de familias nobles y desde su infancia recibían entrenamiento para manejar armas, llevar armadura y montar a caballo. Así se volvieron guerreros especializados en combate dentro de una casta social parecida a un clan. 
Juraban lealtad a su señor como vasallo para proteger, honrar y servir a cambio de las propiedades de la tierra. Y cuando no estaban luchando en los campos de batalla, estaban probando su destreza en los torneos de justas.
Había una fuerte camaradería y respeto entre ellos, incluso con el enemigo.

Además del espíritu guerrero terrenal, la espiritualidad en la forma del cristianismo estaba firmemente arraigada. La fe estaba presente en todos los aspectos de la vida de un gentilhombre. En 1095 en Clermont, Francia, el Papa Urbano II declaró que cualquier maestrante que luchara en la Primera Cruzada sería exonerado del pecado de matar. Estas palabras sonaron como música para los nobles hidalgos: ya no tendrían que preocuparse más por sus almas. 
Algunos se unieron a la Iglesia como un nuevo tipo de orden: los Templarios y los Hospitalarios, sin embargo, hacia finales del período medieval, los nuevos métodos de guerra comenzaron a tornar obsoletos a los clásicos caballeros con armadura; sin embargo, la leyenda perdura.

A partir de ese momento, el significado de la palabra fue perdiendo su sentido original y pasó a designar a hombres dotados de las antes citadas cualidades morales. 
Pero siempre me pregunté porqué asociamos a la caballería medieval con el romance. La respuesta parece tenerla el sociólogo y autor británico Anthony Giddens quien cree que la aparición del amor romántico coincidió con el advenimiento del género de la novela, a finales del siglo XVIII. 
En un mundo donde las clases de elite celebraban contratos de matrimonio por razones económicas y sociales, la idea del amor romántico, de la libertad de enamorarse como lo hacemos hoy, fue para muchos sólo un sueño... pero un sueño que se podía lograr.
Modales considerados, una mirada de admiración, un beso robado, un paseo por el río, el primer abrazo... el amor romántico abunda en el arte de los siglos XVIII y XIX.
Ya sea que crean que todavía existen o no, los invito a profundizar un poco más nuestro recuerdo hacia esos valientes guerreros románticos viendo estas inmortales obras maestras.


The King and the Beggar-maid - Edmund Blair Leighton
The Faithful Knight - Thomas Jones Barker
God Speed! - Edmund Blair Leighton
Duelo de Caballeros - Eugène Delacroix
The Accolade - Edmund Blair Leighton
Ricardo I° "Corazón de León" de Inglaterra
Merry J. Blondel
Elizabeth and Raleigh - Emanuel Gottlieb Leutze 
Hellelil and Hildebrand the meeting on the turret stairs
Frederic William Burton
Retrato de Caballero - Vittore Carpaccio, 1510
Boys King Arthur -  NC Wyeth
La Belle Dame sans Merci - John William Waterhouse, 1893
Pepys and Lady Batten - James Digman Wingfield, 1861
Pope Urban II Preaching the First Crusade in the Square of Clermont
Francesco Hayez, 1835
 The Gallant Suitor - Edmund Blair Leighton
The Return of the Crusader - Karl Friedrich Lessing, 1835

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