Coronemos este festín leonardesco con La Gioconda, el mejor ejemplo de la languidez y la intensidad que caracterizan las obras del genio más creativo de la historia. Y es porque es, antes que nada, la expresión máxima de popularización en escala mundial de una obra de arte.
El retrato más comentado y escrutado de todos los tiempos tiene muchas características peculiares: la pose es inusual, es una postura fría, casi rígida del cuerpo. La expresión, indescifrable; la sonrisa fue calificada como cruel, despiadada, amable al tiempo que serena... a veces cínica, otras inocente, que está triste, que en realidad está de luto... todo es un misterio.
Para algunos expertos, el más grande enigma de la Pintura es Lisa Gherardini, esposa de un importante comerciante, que tenía 25 años cuando el cuadro comenzó a ser pintado. Pero - nuevamente regresa la disonancia- a pesar de mostrarla en una pose noble y altiva, está vestida de manera sencilla para ser la mujer de un hombre rico...
Se ha comentado, según una versión poco fiable, que la Mona Lisa es el propio Da Vinci. Sí, el artista que cambió el mundo del arte totalmente y para siempre llegó a ser acusado de homosexual, ya que en su época era un crimen. Pero tiene sentido para mí, perfectamente esta mujer podría ser la Madre divina interna del gran Maestro Leonardo.