Hubo un artista entrerriano que nos acercó a la esencia del ser nacional y por eso el poeta Leopoldo Lugones lo llamó "el pintor de la Patria"; estoy publicando hoy sobre Cesáreo Bernaldo de Quirós.
El pintor postimpresionista estudió con el maestro épico de la nación Ángel Della Valle y con Reinaldo Giudici en la Academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, donde ingresó en 1897. También se sumó al grupo Nexus, que además integraban Pío Collivadino, Carlos Ripamonte y Fernando Fader, entre otros.
Si bien Quirós abordó desde el paisaje hasta la naturaleza muerta, en el conjunto de su obra se destacan especialmente aquellas pinturas dedicadas a gauchos y otros personajes identificados con la vida rural y la historia argentina.
Luego de mucho andar y explorar, a partir de 1916, Quirós se retiró al interior de Entre Ríos y se abocó a fijar la vida pasada, la vida guerrera y romántica de su provincia.
Toda su obra, todas sus etapas y períodos me gustan mucho pero, en mi opinión, fue precisamente Los Gauchos su más maravillosa y mítica serie. Son treinta cuadros realizados entre 1927 y 1928.
No son retratos propiamente dichos, tampoco escenas históricas, son más bien versiones de una tradición y unos valores vernáculos que trascienden el paso del tiempo.