Analizaré brevemente esta composición tan hermosa como fascinante. Se trata de una de las Anunciaciones más famosas de la historia del arte. Fue pintada hacia 1489 y es uno de los hitos en la trayectoria artística de Sandro Botticelli. Su composición es tan perfecta que merece que me detenga un momento a analizarla.
En la Anunciación hay dos personajes. A la izquierda, el ángel Gabriel que acaba de posarse (como muestra el ligerísimo velo transparente todavía levantado) y ofrece a María un lirio blanco, símbolo de la pureza.
La Virgen María ha dejado a un lado el libro que estaba leyendo para dirigir su mirada hacia el ángel. Ambos personajes están relacionados no sólo por el movimiento sino también por gestos teatrales y por una línea diagonal. Esta línea arranca del codo del ángel y llega hasta el hombro de María, creando deliberadamente un contraste con las líneas de perspectiva horizontales y verticales del mármol blanco y el suelo de terracota.
En el paisaje de fondo, que recuerda mucho a la pintura flamenca de aquel tiempo, hay una línea diagonal, la del río, interrumpida por la línea horizontal del puente que conecta las torres de dos castillos pero el centro de la composición son, sin duda, las manos de Gabriel y María.
Las manos del Arcángel y las de la Virgen se acercan, pero no se tocan. Mientras la diestra de Gabriel permanece firme y segura, la de María duda, se repliega sobre sí misma, vacila. Nunca se había visto un juego de manos semejante hasta ese momento. De forma parecida lo haría más tarde Miguel Ángel con su Creación de Adán.
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Annunciazione di Cestello
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