jueves, 29 de noviembre de 2018

Madame Lebrun, Retratista de María Antonieta

Marie Louise Élisabeth Vigée Lebrun (1755 - 1842) fue una destacada pintora francesa cuya clientela incluía la realeza y la aristocracia, especialmente la Reina de Francia, María Antonieta, porque sus retratos eran brillantes.
La historia del arte ha descuidado durante mucho tiempo a la virtuosa señora Lebrun porque fue considerada emblema de un mundo y una pintura pasada. 

La artista "olvidada" transcribió la frescura de un clavel, la fragancia de las rosas, las expresiones de mil caras, la sensualidad de la seda... capturó la vida. Deslumbrada por la sociedad culta de su tiempo, pintó el refinamiento, la belleza y la ligereza descuidada de un mundo que la revolución más tarde engulliría. Todo el Antiguo Régimen se desplaza ante nuestros ojos. 

Pese a ello el amor de Madame Lebrun por el arte fue constante en los mejores y en los peores momentos de su larga vida. En sus memorias, ella revela su fascinación por el dibujo. Es una trayectoria excepcional la suya. 
La habilidad para caracterizar a sus modelos de manera elegante la hizo muy popular. Tan encantada estaba la reina con su trabajo que la contrató para pintar 30 retratos de ella y su familia, lo que le valió la reputación de retratista oficial. 

Madame Lebrun y su Hija

La Paz que trae Abundancia

Autorretrato con Sombrero de Paja

Alexandra and Elena, Hijas de Paul I de Rusia

Baronesa Anna Sergeevna Stroganova y su Hijo Sergey

Carolina Bonaparte Murat, reina de Nápoles,
con su hija Laetitia (1807), Palacio de Versalles

Corisande Armandine Léonie Sophie de Gramont

Condesa Du Barry

Julie Nigris como Flora, Diosa Romana de las Flores

Lady doblando una Carta

María Antonieta, esplendorosa

Madame Mole-Raymond

Princesa María Cristina de Borbón

Autorretrato

María Antonieta de Lorraine-Habsbourg y sus Hijos

María Antonieta, 1783

martes, 27 de noviembre de 2018

De Hadas, Carámbanos y Arándanos

Me gustaría encontrar una pequeña hada
para que rocíe mis párpados con dulces sueños
y que me regale alas azules para volar 
y hacerme volver a ser niña otra vez

Entonces andaría con la imaginación en tutú 
y descansaría en lo alto de un ombú,
y si algún troll
me tira con carámbanos
yo
le haría llover arándanos

Quiero que un hada me cuente 
cuentos de cómo se han hilado 
hilos finos de lino, 
lino y oro,
y mágicamente han transformado
la estructura de mi vida
con delicada textura y variedad,
como finas sábanas,
que parece hubieran sido diseñadas 
exclusivamente 
para ahora poder evocar 
a ancestrales seres queridos 
y su bondad

♥ Carolina Haus ♥


lunes, 26 de noviembre de 2018

Las Bailarinas de Degas, el Triunfo de la Gracia Femenina

Son un himno a la gracia, a la elegancia, a la dulzura; creo que nadie ha pintado a las bailarinas como lo hizo Degas. 
A partir de 1865, e influido por el movimiento impresionista, el maestro abandonó los temas académicos para dedicarse a temáticas contemporáneas. 
Amigo de Pisarro, Renoir, Monet y Manet, participó en siete de las ocho exposiciones del grupo. A ellos lo unía el deseo de representar el instante, lo espontáneo, pero lo separaba el rechazo por la pintura al aire libre. Él encontraba su fuente de inspiración en situaciones claramente urbanas; prefería trabajar en su taller; no se interesó por paisajes ni por plasmar los efectos del cambio de la luz y la atmósfera. Quería representar la vida moderna, centrándose en el ser humano y especialmente en la mujer. 

En el ballet, Degas se encontró. La preocupación por captar el movimiento con fidelidad, lo llevó a obsesionarse con las bailarinas, a las que estudió desde el punto de vista del espectador, tras el escenario, en el escenario, en los descansos y en los ensayos. 

El genio del impresionismo nació en París en 1834 y falleció también en su amada París en 1917; desde entonces duerme el sueño eterno en la tumba de su familia, en el cementerio de Montmartre. 













sábado, 24 de noviembre de 2018

John Atkinson Grimshaw. Pintor del Silencio, las Sombras y la Luz de Luna

En su juventud, John A. Grimshaw (1836-1893) fue influenciado por los pintores prerrafaelitas, quienes se enfocaron en usar un espectro completo de colores para retratar la naturaleza de la manera más realista posible pero fueron las vistas a la luz de la luna de las calles suburbanas de Docklands, Hull, Liverpool y Glasgow por lo que el pintor es mejor recordado. 
Sus pinturas siguen fascinando y agitando la imaginación hasta nuestros días, el artista aplicó la tradición de las escenas rurales iluminadas por la luna a la ciudad, con charcos de lluvia y niebla humeante en la Inglaterra industrial. Son paisajes nocturnos, poéticos, agudamente centrados, casi fotográficos.
Las romantiquísimas pinturas representan el mundo moderno, pero Grimshaw las hizo escapar de las ciudades sucias y deprimentes llevándolas hacia una evocación lírica hermosa.
Grimshaw capturó el frío y la humedad penetrando en las pesadas ropas de las figuras que a la madrugada van a trabajar y las envolvió en una atmósfera verdaderamente nostálgica; y así es como me siento cuando veo cuadros como éstos. Otras situaciones, otras vidas, cada una con su propia historia que contar. Me encantaría poder entrar en uno de esos lienzos, hacer un retroviaje a esa época y aquellos paisajes.

Blackman Street, Borough, London, 1885
Westminster Bridge by Moonlight, 1880
Liverpool Quay by Moonlight, 1887
Reflections on the Thames, Westminster, 1880
Park Row, Leeds, 1882
The Gossips, Bonchurch, Isle of Wight, 1880

viernes, 23 de noviembre de 2018

Cómo ser un Caballero

Algunas personas dicen que creer en caballeros es como creer en cuentos de hadas pero yo no pienso eso. Algunos hay. Tal vez no los veamos mucho porque gran parte de nuestra atención hoy se centra en lo negativo. Estamos bombardeados con titulares nefastos. La rudeza y la falta de respeto atraen la atención y nuestro paladín pasa desapercibido ahogado por todo ese ruido, entonces podemos llegar a pensar que el escurridizo adalid es en efecto, cosa del ayer.
En todo caso creí sería conveniente recurrir al Libro de Etiqueta y Manual de Cortesía para Caballeros, de Cecil B. Hartley, para refrescar algunas reglas básicas:

1. Un caballero sabe cómo tratar a una dama
Para decirlo simple y brevemente, "Cortesía: comportamiento que muestra respeto por otras personas.".

2. Un caballero cultiva el tacto
"¿Qué tan importante es el tacto? En la sociedad educada, es invaluable. El talento es algo, pero el tacto lo es todo. El talento es serio, sobrio, grave y respetable; el tacto es todo eso y más también. Es el ojo abierto, el oído rápido, el gusto crítico y el toque alegre; es el intérprete de todos los enigmas, el que supera todas las dificultades, el que elimina todos los obstáculos. Es útil en todos los lugares, y en todo momento; es útil en la soledad, porque muestra a un hombre su camino hacia el mundo; es útil en la sociedad, porque le muestra su camino a través del mundo. El talento sabe qué hacer, el tacto sabe cómo hacerlo; el talento hace a un hombre respetable; el tacto lo hará respetado.".

3. Un caballero evita la crítica innecesaria
"Un verdadero caballero no sólo se abstendrá de ridiculizar las locuras, la ignorancia o los defectos de los demás, sino que ni siquiera se permitirá sonreir. Tratará al payaso con la misma cortesía que brindaría a la persona más refinada, y nunca por palabra, aspecto o gesto demostrará que se da cuenta de las faltas o vulgaridad del otro.".
Todos conocemos a personas que pisotean las opiniones de los demás. El Libro de Etiqueta lo califica como un tipo de tiranía.

Hasta aquí los conceptos primordiales sobre comportamiento social moderno, pero en un principio la figura del Caballero, era la del guerrero que luchaba a caballo. 
Estos jóvenes procedían de familias nobles y desde su infancia recibían entrenamiento para manejar armas, llevar armadura y montar a caballo. Así se volvieron guerreros especializados en combate dentro de una casta social parecida a un clan. 
Juraban lealtad a su señor como vasallo para proteger, honrar y servir a cambio de las propiedades de la tierra. Y cuando no estaban luchando en los campos de batalla, estaban probando su destreza en los torneos de justas.
Había una fuerte camaradería y respeto entre ellos, incluso con el enemigo.

Además del espíritu guerrero terrenal, la espiritualidad en la forma del cristianismo estaba firmemente arraigada. La fe estaba presente en todos los aspectos de la vida de un gentilhombre. En 1095 en Clermont, Francia, el Papa Urbano II declaró que cualquier maestrante que luchara en la Primera Cruzada sería exonerado del pecado de matar. Estas palabras sonaron como música para los nobles hidalgos: ya no tendrían que preocuparse más por sus almas. 
Algunos se unieron a la Iglesia como un nuevo tipo de orden: los Templarios y los Hospitalarios, sin embargo, hacia finales del período medieval, los nuevos métodos de guerra comenzaron a tornar obsoletos a los clásicos caballeros con armadura; sin embargo, la leyenda perdura.

A partir de ese momento, el significado de la palabra fue perdiendo su sentido original y pasó a designar a hombres dotados de las antes citadas cualidades morales. 
Pero siempre me pregunté porqué asociamos a la caballería medieval con el romance. La respuesta parece tenerla el sociólogo y autor británico Anthony Giddens quien cree que la aparición del amor romántico coincidió con el advenimiento del género de la novela, a finales del siglo XVIII. 
En un mundo donde las clases de elite celebraban contratos de matrimonio por razones económicas y sociales, la idea del amor romántico, de la libertad de enamorarse como lo hacemos hoy, fue para muchos sólo un sueño... pero un sueño que se podía lograr.
Modales considerados, una mirada de admiración, un beso robado, un paseo por el río, el primer abrazo... el amor romántico abunda en el arte de los siglos XVIII y XIX.
Ya sea que crean que todavía existen o no, los invito a profundizar un poco más nuestro recuerdo hacia esos valientes guerreros románticos viendo estas inmortales obras maestras.


The King and the Beggar-maid - Edmund Blair Leighton
The Faithful Knight - Thomas Jones Barker
God Speed! - Edmund Blair Leighton
Duelo de Caballeros - Eugène Delacroix
The Accolade - Edmund Blair Leighton
Ricardo I° "Corazón de León" de Inglaterra
Merry J. Blondel
Elizabeth and Raleigh - Emanuel Gottlieb Leutze 
Hellelil and Hildebrand the meeting on the turret stairs
Frederic William Burton
Retrato de Caballero - Vittore Carpaccio, 1510
Boys King Arthur -  NC Wyeth
La Belle Dame sans Merci - John William Waterhouse, 1893
Pepys and Lady Batten - James Digman Wingfield, 1861
Pope Urban II Preaching the First Crusade in the Square of Clermont
Francesco Hayez, 1835
 The Gallant Suitor - Edmund Blair Leighton
The Return of the Crusader - Karl Friedrich Lessing, 1835