Eduardo Sívori, Introductor y Exponente del Realismo Pictórico Argentino

Entusiasta del arte moderno francés y hombre de fortuna era don Eduardo Sívori, quien nació en Buenos Aires en 1847 y desde muy jovencito tenía claro su amor por la pintura. Por fin tras regresar de una temporada en Europa por negocios familiares, decidió dedicar toda su vida, su tiempo y energía a crear obras placenteras para el espíritu. 

Influido por autores como Courbet, dominó rápidamente el claroscuro y las sombras. 

En 1876, junto a un grupo de artistas dió gran impulso a la Sociedad de Estímulo de Bellas Artes, entidad pionera en apoyar y difundir la plástica nacional, lo que fue un antecedente directo de la Academia Nacional de Bellas Artes.

Como representante de la "Generación del 80", el notable pintor recogió en sus telas el intenso movimiento social y cultural de la época. Asimismo se lo recuerda por ser uno de los primeros que introdujo la técnica del grabado en el  país. 

"El despertar de la criada" es su obra más conocida. Cuando fue exhibida en Buenos Aires en 1887 generó gran polémica y debió ser retirada, pero marcó la consagración del autor.

Su paleta alternó tonos oscuros y apagados con la luminosidad de cierto impresionismo romántico evitando en todo momento la altisonancia. 

El tratamiento que hace del color es suave, y es con esa gama que retrató naturalezas muertas y personajes de la burguesía.  Como pintor del plein air reflejó de nuestras pampas todo; la tierra, las personas, los animales, las piedras, las casas y los árboles. 

Eduardo Sívori ejerció la docencia durante muchos años. En 1905, siendo presidente de la Sociedad Estímulo, organizó la transferencia al Estado Nacional de la Escuela de Bellas Artes fundada en 1876 por aquella institución. La Escuela pasa a llamarse Academia Nacional de Bellas Artes, y Sívori es su primer vicedirector acompañando en la gestión a Ernesto de la Cárcova, que ocupa el cargo de director. Ambos renuncian en 1908, aunque Sívori se mantiene al frente de algunos cursos. 

Más tarde actuó como representante de la Comisión Nacional de Bellas Artes, dependiente del ente dedicado a organizar los festejos de los cien años de la Revolución de Mayo. Dicha comisión preparó la Exposición Internacional de Arte del Centenario, abierta al público en 1910.

El prolífico artista que representó a distinguidas damas y pintó flores que competirían, en belleza, con los rostros de las mujeres por él retratadas continuó pintando y enviando obras a los Salones Nacionales desde su fundación en 1911 hasta el mismo año de su muerte, ocurrida en 1918.