Del grupo pictórico Macchiaioli me gusta especialmente Francesco Paolo Michetti (1851 - 1929) porque fue un hombre imbuido de las esperanzas y ambiciones de su tiempo, un amigo de los intelectuales, de la música y los versos y un enamorado de su tierra que, alfombrada con las flores rosadas del durazno y el verde del olivar, la convirtió en la razón inspiradora de sus obras.
Como un arquitecto de almas, Michetti dominó la última parte del siglo XIX, y fue el representante de un viaje humano y artístico que simbolizó la apertura del Abruzzo a Europa, y esa luz, tan trágica e inmensa, tan fuerte y reconfortante como el mar fue su principal fuente de inspiración pero no sólo era un pintor de éxito, también fue un fotógrafo de gran valor, fue arquitecto, diseñador, filósofo, y estuvo entre los primeros en rodar una película, mirando al cine como una nueva y vital forma de arte.
Como un arquitecto de almas, Michetti dominó la última parte del siglo XIX, y fue el representante de un viaje humano y artístico que simbolizó la apertura del Abruzzo a Europa, y esa luz, tan trágica e inmensa, tan fuerte y reconfortante como el mar fue su principal fuente de inspiración pero no sólo era un pintor de éxito, también fue un fotógrafo de gran valor, fue arquitecto, diseñador, filósofo, y estuvo entre los primeros en rodar una película, mirando al cine como una nueva y vital forma de arte.
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