Antonio Seguí es un pintor argentino nacido en Córdoba en 1934 que desde 1963 trabaja y vive en Francia y es conocido como pintor, grabador y también escultor.
Sus pinturas a menudo presentan un protagonista recurrente que remiten al lenguaje del comic. La mayoría de sus personajes llevan sombrero, traje y corbata (siempre flotando adelantada) en una estética anacrónica, global pero, a la vez, profundamente argentina.
Hablar de su obra es hablar de humor e ironía puesta en formas aparentemente naïves que provocan en el espectador curiosidad y automática empatía, pero en realidad Seguí usa su arte como crítica social. Es a partir de una contemplación más relajada cuando esas características de sus pinturas, dibujos y esculturas asoman con unos bordes de acidez que me hacen recordar al discurso pictórico de Antonio Berni: una forma absolutamente personal de hablar de la sociedad en la que está inmerso.
Seguí representa a su manera la vida cotidiana. Se puede ver a los paseantes apurados, ajenos a la alteridad en medio del conglomerado caótico de edificios, tránsito y gente y van casi siempre de perfil al espectador, solamente miran hacia delante, allá donde se ubica el norte de sus ocupaciones; representando las obligaciones a las que los hombres se encuentran sometidos.
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