Caballeros Templarios |
La Orden de los Templarios fue fundada en Jerusalén en 1119 por Hugo de Payns y otros ocho caballeros franceses, con el nombre "Pobres Caballeros de Cristo".
Su misión era proteger a los peregrinos que acudían a los Santos Lugares pero parece que a este grupo no lo movía la fe sino que poseía información privilegiada sobre algún secreto vinculado con Tierra Santa.
El rey de Jerusalén, Balduino II, los instaló en un palacio cercano al antiguo Templo de Salomón, por lo que cambiaron su nombre por el de Caballeros del Temple. La orden, nacida severa y ascética, hizo votos de castidad y pobreza, pero este juramento no se cumplió. Durante los primeros nueve años de la orden no admitieron ningún otro adepto, se presume a causa de que se encontraban realizando excavaciones secretas en busca del Arca de la Alianza o del Santo Grial. Dispusieron de varias fortalezas de Palestina y se convirtieron en una de las instituciones financieras más poderosas de la época. Se olvidaron de proteger los caminos y actuaron como banqueros de los peregrinos, por lo que obtuvieron grandes riquezas. Bernardo de Claraval no solo contribuyó decisivamente a la fundación del Temple, sino que escribió un tratado titulado En alabanza de la Nueva Orden de Caballería, que presentaba a los templarios como el mejor exponente de los valores cristianos. Su tratado resultaba el mejor aval para que la recién nacida Milicia de Cristo fuera aceptada por todos los reinos europeos. Pero mantuvo otra actividad menos conocida, vinculada a asuntos más misteriosos relacionados con el Santo Grial, el tesoro del Templo de Salomón, el secreto de María Magdalena, el de la Sábana Santa o la decapitada cabeza de Juan Bautista.
Bernardo de Claraval |
No se sabe con exactitud a que se referían con el Santo Grial, para algunos es el Cáliz de la Última Cena, o el otro con que José de Arimatea recogió la sangre de Cristo en la Cruz. Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyeron una forma primitiva del moderno banco y edificando una serie de fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa.
También alcanzaron gran poder en toda España donde participaron en numerosas expediciones contra los musulmanes custodiando las fronteras. Se cree que la incesante construcción de Catedrales en honor a la Virgen María, en realidad eran dedicadas a María Magdalena y a vírgenes negras. Desarrollaron el arte gótico (sistema sin precedente que alivió el peso de los muros) y características arquitectónicas muy peculiares en todos sus edificios. Construyeron más de setenta catedrales en menos de cien años, en abierto desafío a la ley de gravedad. Protegieron "fraternidades" constructoras las que, desprotegidas al caer el Temple, se transformarían en la semilla de la francmasonería. Despejaron los caminos de ladrones y abrieron las rutas al comercio. Difundieron la letra de cambio (ya practicada por venecianos y lombardos) y con sus extensos cultivos alimentaron como nunca a hombres y bestias de Europa.
Vista parcial de Castillo de los Templarios, en Ponferrada, España |
Durante los casi doscientos años de su existencia no hubo hambruna en Europa. Al ser expulsados los cristianos de Palestina, los Templarios se retiraron a Chipre. A la muerte de Alfonso I el Batallador, fueron nombrados herederos, junto con otras ordenes militares del reino de Aragón; a cambio de su renuncia a la herencia recibieron diversas fortalezas y en Francia se habían convertido en banqueros de los reyes.
Felipe IV el Hermoso, para apoderarse de sus riquezas, inició contra ellos un irregular proceso, acusándolos de impiedad. Las causas de este interés del monarca fueron las deudas que mantenía con esta orden. El Papa Clemente V intento defenderlos pero tuvo que ceder a las presiones reales disolviendo la orden en 1312 y no pudo evitar la confiscación de sus bienes ni el castigo de la hoguera para sus miembros. El gran maestre de la orden, Jacques de Molay, y 140 miembros fueron arrestados y acusados con los cargos de: simonía (tráfico criminal de objetos santos), herejía, idolatría, magia y sodomía. También se los acusó de adorar una extraña cabeza llamada Baphomet y rechazar la divinidad de Jesucristo. Los monjes guerreros fueron llevados a la muerte más atroz sobre unas pilas de leños, elegidos para que ardieran lentamente. Las víctimas murieron proclamando su inocencia y la injusticia que se cometía con su Orden y, por último, se pusieron en manos de Dios.
Suplicio de los Caballeros Templarios |
En los reinos de la península ibérica, donde habían intervenido en la Reconquista, corrieron una suerte similar. Sus bienes pasaron a la Corona y a otras órdenes militares ya existentes o nuevas. Para algunos fueron mártires; para otros, herejes. Así, entre leyenda y realidad, se tejió la apasionante historia del Temple que llega hasta nuestros días.
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