Astor Piazzolla, el otro mito del Tango |
En esta lluviosa mañana las hojas caídas parecen bailar un tango interminable. Desde la disquería de al lado llegan notas que estremecen el corazón, suena "Adiós Nonino"... no sé cómo Piazzolla imaginó tan maravillosa obra pero seguramente cuando creó este requiem, entristecidos ángeles lo rodeaban. En medio del meditabundo impacto emocional que me provoca, de pronto me siento envuelta en un torbellino de añoranza, amor, alegría, tristeza y dolor, como en un film toda la vida pasa.
Es que la pasión del gran bandoneonista logró captar la identidad y la complejidad de su nación y lo hizo en proporciones abrumadoramente geniales; a veces se hunde en un desesperado frenesí para luego suavizar en una dulce tristeza. Adoro escuchar cómo se desgranan las notas en la sensibilidad impar de su bandoneón...
Las melodías de Piazzolla bajan del cielo y tocan el alma; y me gustaría compartir mil temas con ustedes pero me contengo y escojo la magnífica "Balada para mi Muerte", interpretada por la gran cantante italiana Mina, porque mis sentidos quedan paralizados ante semejante interpretación. Como dice Mina, yo también moriré en Buenos Aires pero mientras tanto continuaré escuchando este tema hasta que explote la computadora.
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