El impresionismo no es sólo Monet, Renoir y Degas. Madame Bracquemond (Francia, 1840 – 1916) tenía la facilidad de emplear los colores con una claridad y una riqueza que otros artistas no lograron. Ella era una ferviente defensora del impresionismo y decía que esa nueva corriente expresiva "no sólo ha producido una nueva sino una manera muy útil de ver las cosas. Es como si al mismo tiempo se abriera una ventana y el sol y el aire entraran en tu casa en torrentes".
En gran medida fue autodidacta pero el mayor desafío en su carrera demostró ser el desaliento de su esposo; en 1890 el conflicto doméstico que provocó su actividad la llevó a renunciar a la pintura casi por completo. Tan grande fue su éxito que su hijo Pierre registró en "La vie de Félix y Marie Bracquemond" el dolor y las dificultades que sufrió su madre y los celos de su padre por su talento.
Sin embargo su potencial como pintora nunca se rindió del todo; tuvo una larga vida y superó terribles obstáculos pero logró recrear la belleza del color y la luz sobre el lienzo, y ciertamente influyó en otros artistas.
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