Hay pintores que encuentran belleza en la luz radiante; otros, en cambio, descubren poesía en la penumbra y en el frío de las calles vacías. Este es el caso de Jakub Schikaneder, un pintor checo que retrató calles, sitios vacíos y atardeceres sombríos.
Sus cuadros suelen mostrar escenas de otoño o invierno en rincones escondidos de Praga y en las orillas del Moldava, siempre envueltos en niebla.
Una mujer en duelo, días nublados; la paleta se mueve entre grises, azules apagados y luces suaves, como si todo estuviera filtrado por una bruma poética.