Lo que más me gusta del trabajo de Vojtěch Luksch es cómo une dos mundos muy distintos: el universo pixelado y rudo de los videojuegos con la paciencia y delicadeza del bordado.
Con punto cruz sobre lienzos viejos y materiales reciclados, transforma imágenes violentas y reconocidas de juegos como Doom o Grand Theft Auto en obras llenas de textura, donde lo digital y lo hecho a mano se encuentran en un contraste sorprendente.
Su arte juega con la nostalgia y el choque entre generaciones, mostrando que lo moderno y lo clásico pueden convivir en algo tierno y fascinante a la vez.
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