Píldora de Arte: Retrato de Giovanna Tornabuoni, de Domenico Ghirlandaio

En el Quattrocento el espíritu del retrato florentino estuvo dominado por la elegancia, la sofisticación y la fidelidad al retratado es decir, la verosimilitud de la imagen; el retrato de Giovanna Tornabuoni es un perfecto ejemplo de ello. Representa la quintaesencia del prototipo del retrato de perfil y -debido a la maestría y equilibrio con que el artista la reflejó-, se volvió mítica.

La obra pertenece a Domenico Ghirlandaio, pintor célebre en Florencia en su tiempo pero que, sin embargo, hoy en día apenas se estudia.

El retrato representa a la Giovanna degli Albizzi, joven noble casada con Lorenzo Tornabuoni y cuya belleza era cantada por poetas. Lamentablemente, el Cielo la reclamó a los 19 años durante el parto de su segundo hijo en 1488, fecha de realización del óleo. Se trata de un retrato póstumo, finalizado tras su muerte. También por eso se trata de una belleza eterna.

Los artistas del siglo XV siguieron los dictados clásicos: idealizaron las proporciones corporales, mientras que se esperaba que los rostros sin expresión transmitieran carácter. 

Aquí la modelo aparece de perfil estricto, con los brazos doblados y las manos juntas. Al fondo, una selección de objetos personales aparece dentro de un marco arquitectónico simple. 

El poema escrito en latín lleva parte de un epigrama de Marcial y reza: "Arte, quisiera el cielo que pudieses representar su carácter y virtud; no habría en la tierra pintura más bella. 1488"