miércoles, 27 de febrero de 2019

El Secreto Mejor Guardado de Edith Hayllar

Mis adorados cisnes, una niña absorta en un libro de cuentos, un jardín lleno de geranios en flor y reuniones en fragantes tardes de verano, son las pausadas escenas domésticas que se convirtieron en el tema de las pinturas de la más famosa de las hermanas Hayllar.

Con esa (presunta) flema inglesa tan apacible y rosada Edith Hayllar (1860-1948) representó el después de actividades deportivas: almuerzo después de cazar o té después de navegar en el lago.

La artista se especializó en escenas costumbristas, y aunque la pintura de género fue vista durante mucho tiempo como una categoría menor, su obra sirvió como documento de la vida de la clase media-alta británica. 
Desde hace mucho tiempo se discute sobre la intencionalidad de este género: algunos historiadores defienden la hipótesis de que se tratase de simples representaciones de la realidad, mientras que otros perciben un doble sentido crítico o moralizante en este forma de expresión. Existen de los dos tipos. Depende de cada autor y también mucho de la época en que se realizaron.

En 1900 la Sra. Edith contrajo matrimonio y dejó de pintar, quedando su talento artístico oculto incluso para los miembros de su familia. De hecho, ni su nieta era consciente de que hubiera pintado algo en lo absoluto; recién se enteró luego de su muerte, al encontrarse con los recuerdos, objetos y tesoros de su abuela.













sábado, 23 de febrero de 2019

Rita Kirkman: "Todo me Inspira"

"Tengo la suerte de poder encontrar belleza en casi todo lo que veo. Mi trabajo se ha convertido en una observación de la luz del sol y la sombra", porque, claro, como dijo Claude Monet: "El tema, querido amigo, es la luz ".  
Rita Kirkman nació en 1965 con el don del artista y crea pinturas típicas de su  estado natal, Texas.
El retrato, la vida salvaje y los paisajes se benefician de su ojo talentoso. La pintora dice, "la vida está demasiado llena para pintar una sola cosa. Todo lo que veo me inspira!".






















martes, 19 de febrero de 2019

Pinturas de Ensueño de Pueblos y Ciudades Holandesas del Siglo XIX, por Cornelis Springer

Cornelis Springer (1817-1891) se especializó en la representación precisa de escenas de ciudad. Sus pinturas tenían tanta demanda que tenía una lista de espera de dos años. Criado en una familia de arquitectos y contratistas de construcción, aprendió temprano a apreciar los hermosos edificios de Amsterdam. 
Las bellas escenas representan a personas en su quehacer cotidiano: reunirse en el mercado, descargar carros tirados por caballos, comerciantes que venden productos u hombres de negocios en una conversación fuera de elegantes edificios junto al canal. Con buen ojo Springer le dió vida a la belleza de la arquitectura holandesa.

Mercado de la Ciudad Vieja, en Brunswijk

Figuras en una Plaza del Mercado

Un Punto de Vista en La Haya

El Ayuntamiento de Leiden

El Orfanato de la Calle Hooglandse Kerkgracht, Leiden

Iglesia de San Miguel, en Zwolle

Una vista de Staal Everspijp y la Grote Kerk en Verano, Enkhuizen

La curva en el Herengracht

Vista de una Ciudad a lo largo del Rhin

lunes, 18 de febrero de 2019

Nicolaas van der Waay, Belleza a la Neerlandesa

El Reino de los Países Bajos brinda legados de gran riqueza aunque no tengamos a sus artistas tan en mente. Es el caso de Nicolaas van der Waay (1855-1936) que fue un pintor decorativo. La calidad atemporal de su trabajo evoca inmediatamente a los maestros holandeses de la Edad de Oro. 
Su obra se extendió entre el retrato, la alegoría, la historia, los desnudos, los paisajes urbanos y las naturalezas muertas ejecutados en un estilo que comenzó como altamente realista pero que a finales de siglo transicionó hacia una síntesis entre realismo e impresionismo.

También diseñó sellos, monedas y billetes pero surgió como una joya con las ilustraciones alegóricas que creó para el Golden Coach y una serie de pinturas que representan la vida de las niñas del Orfanato de Amsterdam. Esas escenas demostraron ser muy populares. Van der Waay estaba fascinado por el aspecto atemporal de las niñas y realizó una serie de pinturas y dibujos de ellas vestidas con el traje rojo y negro y el del día domingo. 
Casi seguro es que el autor idealizara la apariencia de estas chicas ya que parecen estar envueltas en un encanto trascendente; tal vez no tuviera nada que ver con la realidad.