martes, 19 de diciembre de 2017

Simonetta Vespucci, Esencia del Renacimiento Italiano





El que condena al dulce amor,
mira a mi enemigo;
escúchala y luego dime
si el amor es debilidad

Cuando los afectos se derivan de
una fuente tan hermosa,
los héroes están sujetos a ellos,
los dioses también están enamorados

Metastasio

Su cara angelical,  su largo cabello dorado, su cuerpo de leyenda y su mirada serena y melancólica representó el ideal de una época; Simonetta Vespucci fue la top model del Renacimiento. Fue el re-nacimiento de Venus, la diosa dormida, la bella encantada, la misma primavera. No me extraña que Boticelli estuviera loco por ella. 
Simonetta Vespucci -nacida Cattaneo- era dueña de una belleza deslumbrante y luminosa, algo muy apreciado durante el Renacimiento cuando los valores de la Virgen María se trasladaban heréticamente en un ideal erótico estéticamente insuperable.

La joven, hija de un noble genovés, fue proclamada Reina de la belleza, durante la celebración de un torneo de justas en Florencia en 1475 lo que hizo que su fama se extendiera por toda Europa.
Simonetta no sólo enamoró al hombre que la desposó cuando apenas tenía dieciséis años, Marco Vespucci, sino a todos los hombres, artistas y aristócratas de la Florencia renacentista; ninguno podía calmar su fascinación por ella, tampoco los hermanos Lorenzo y Giuliano de Medici, mecenas de -entre otros- Sandro Botticelli, el pintor renacentista más famoso del mundo que se enamoró de ella perdida, instantánea y definitivamente.

A partir de ese momento, la esplendorosa joven se convirtió en la razón de amanecer del pintor; lamentablemente fue un amor platónico y trágico porque apenas un año después, el 26 de abril de 1476, Simonetta, de sólo 23 años, falleció a causa de tuberculosis.
La ciudad entera lloró amargamente la muerte de la joven y miles de personas siguieron su ataúd por las calles. 

Este amor imposible marcaría para siempre la vida y la carrera de uno de los grandes pintores del Quattrocento italiano quien jamás pudo asumir su prematura partida y vivió el resto de su vida obsesionado pintándola en innumerables obras, como si quisiera revivirla con su pincel.

Botticelli nunca se casó, falleció en 1510 y fue enterrado a los pies de la tumba de Simonetta, tal su última voluntad, en la Iglesia de Ognissanti (Todos los Santos) -la iglesia de los Vespucci- en Florencia. Habían pasado 34 largos años desde la muerte de su musa, pero su obsesión ardía más que nunca y esa fue quizás la única forma que encontró para poder pasar la eternidad junto a la mujer más bella del Renacimiento. 








1 comentario:

  1. que tal Caro! como estas tanto tiempo, te aclaro que siempre estoy por aca, paso subrepticiamente por este mundo blogueril pero nunca dejo unmensaje, estoy fuera del circuito pero ahora vi esta imagen y pense que eras vos misma jaja entonces decidi dejarte un saludo de fin de año espero que estes bien y empieces mejor el año proximo Suerte, que andes bien

    elas-enlamanga.blogspot.com

    ResponderEliminar