martes, 8 de agosto de 2017

De Casas Antiguas

Es un juego al que no puedo sustraerme el imaginar qué secretos guardan, qué historias se tejieron en la intimidad de las casas antiguas, quién vive en aquel departamento tan tradicional iluminado en plena madrugada, de quién serán las manos que con tanto cuidado corren y descorren aquellas cortinas? 

Anhelos, pasiones encontradas, triunfos, caricias, sofocación, tedio, risas suspendidas en el tiempo y el malvón asomando todo el año desde el balcón... ciertas casas parecen inmunes al paso del tiempo y proyectan mis evocaciones, como retazos de vida que iluminaron mañanas. 
Algunas otras están descascaradas, corroídas por el óxido; me sugieren  adivinar que quizás el cronómetro corrió inoportuno propiciando el paso hacia el portazo final.

Como una furtiva observadora entro en contacto con lo que sólo puede ser imaginado. Las casas antiguas son un tesoro de recuerdos que las arenas del tiempo no pueden borrar. 

¿Habrán sido felices sus moradores? ¿en qué rincón quedaron agazapados los ecos de todas las voces que las habitaron a través de décadas y décadas, generación tras generación?
¿Dónde estarán los chicos que en noches interminables esperaron a Papá Noel? ¿de cuántos romances, rupturas, encuentros y desencuentros habrán sido testigos?

Las casas antiguas tienen algo de magia por el perfume de su misterioso pasado, me gustaría vivir en una casa así.  Son puertas que quisiera empujar, estoy segura que esconden muchos secretos y atesoran pequeños milagros; sentimientos complejos pero sutiles todavía dan cobijo al espíritu del tiempo.  Como aquel antiguo balcón iluminado que, como si de una complicidad tácita y anónima se tratara o en una especie de muda señal de compañía, ahora me ayuda a conjurar un insomnio implacable.  Aquella cercana luz encendida me ayuda a creer que no estoy tan sola en la madrugada.



3 comentarios:

  1. Las casas antiguas guardan almas. Yo cuando las veo imagino historias más bien tristes de soledad, sentimientos complejos como vos decís... rara sensación de desprotección y a la vez magia envuelta en perfumes, encajes, amores no correspondidos y de los otros... eternos.

    Besos

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  2. Esta casa esta en Quilmes, sobre la avenida Andres Baranda y es una locura hermosa

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