lunes, 1 de mayo de 2017

Renuncio a ser Adulta

Con la presente, declaro mi renuncia a ser adulta:
He decidido aceptar la responsabilidad de tener seis años nuevamente.

Quiero ir a Mc Donald's y pensar que es un restaurante cinco estrellas.
Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras al agua.
Quiero pensar que los caramelos son mejores que el dinero, pues se pueden comer.
Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme por cómo luce mi cabello.
Quiero tener alguien que me arregle y me planche la ropa.
Quiero regresar a mi casa, a una comida casera y que alguien corte mi carne.
Quiero tomar largos baños y dormir diez horas todas las noches.
Quiero abrazar a mis padres todos los días y enjugar mis lágrimas en sus hombros.
Quiero regresar a los tiempos donde la vida era simple...
Cuando todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas; y eso no me molestaba porque no sabía que no sabía y no me preocupaba por no saber.
Cuando todo lo que sabía era ser feliz porque no sabía las cosas que preocupan y molestan.
Quiero pensar que el mundo es justo. Que todo el mundo es honesto y bueno.
Quiero pensar que todo es posible.
En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado.
Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicios, hambres y de niños abusados.
Aprendí sobre las mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte.
Aprendí de un mundo donde saben cómo matar y lo hacen.

¿Qué paso con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre porque no entendía el concepto de la muerte?
Cuando pensaba que lo peor que pasaba era que alguien me quitara mi muñeca y cuando no necesitaba lentes para leer.
Quiero alejarme de las complejidades de la vida y excitarme nuevamente con las pequeñas cosas, una vez más.
Quiero vivir simple, nuevamente.
No quiero que mis días sean de computadoras que se inhiben, de la montaña de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes, ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero en la chequera.
No quiero que mis días sean de facturas de médicos o medicinas.
Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, de los sueños y de la imaginación.



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